
Profesores
Reflexiones a los distintos colectivos sobre la implementación de la IAGen en la docencia universitaria. El Rol de alumnos, profesores y de la institución.
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De la Amenaza a la Alianza Estratégica con la IAGen.
Como profesores nos encontramos en la primera línea de una de las disrupciones educativas más significativas de nuestra era. La llegada de la IAGen no es solo un cambio de herramienta como lo fuera el campus en red o sigma, es un cambio total de paradigma que nos obliga a reconsiderar la propia esencia de lo que enseñamos y cómo lo evaluamos. El escepticismo es la reacción natural y creo que necesaria, pero mucho me temo que el inmovilismo no es una opción.
Creo que nuestro rol como educadores no es desaparecer, no nos hemos vuelto obsoletos en 2 años. Nuestro papel, aunque suene a frase de Mr Wonderful, es ahora más crucial que nunca: hemos de evolucionar de meros transmisores de conocimientos teóricos a mentores o facilitadores del trabajo de nuestros estudiantes en el camino desde esos conocimientos hacia las experiencias de aprendizaje complejas como las simulaciones que finalicen en las prácticas tuteladas y su aplicación del conocimiento.
El desafío no es prohibir el uso de la IAGen, sino pilotarlo. Y para ello, necesitamos un plan de vuelo claro.L
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El Primer Paso: Auditoría de Competencias en Riesgo
Antes de integrar cualquier herramienta, debemos ser brutalmente honestos y analizar: ¿qué competencias de nuestros estudiantes están en riesgo de degradarse por un mal uso de la IA?
Así como la calculadora hizo que la habilidad para usar calcular mentalmente se atrofiara, la IAGen amenaza con automatizar tareas que antes usábamos para medir la competencia.
Necesitamos reflexionar e identificar lo vulnerable, cada uno en su campo:
Las tareas de bajo nivel cognitivo como resumir un texto o redactar una revisión para un trabajo de fin de grado están entre las más vulnerables. La IA puede ejecutarlas en segundos. Por un lado, nuestra evaluación ya no puede basarse en ellas, ya que estaríamos evaluando la habilidad del estudiante para usar la IA, no su competencia real. Por otro lado, debemos hacer un esfuerzo por mantenerlas y eso implicará diseñar tareas en las que el uso de la IAGen solo puedan ser un compañero y no un sustituto.
Tenemos que empeñarnos en proteger lo esencial: Debemos identificar las habilidades de orden superior que son irremplazables (por ejemplo):
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el pensamiento crítico
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la resolución de problemas complejos
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el razonamiento clínico basado en la recogida de una historia clínica y su exploración física
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la toma de decisiones y el diagnóstico diferencial
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la creatividad o
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la comunicación empática.
Estas no son habilidades que la IAGen pueda sustituir de forma profunda y satisfactoria, solo puede simular hacerlo. Sin embargo, son habilidades que los alumnos pueden pensar que no son ya necesarias si a través de la IAGen se pueden obtener respuestas directas.
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La estrategia: usar la IAGen como aliada para reforzar las habilidades clave.
Aunque parezca una paradoja el usar al supuesto “enemigo” como aliado, no lo es. Podemos y debemos usar la IAGen para combatir los riesgos que ella misma genera. No se trata de usar cualquier IAGen, sino de elegir o diseñar herramientas de IAGen restringidas y pedagógicamente sólidas. La clave es pasar de una IAGen que "de respuestas" a una IAGen que "provoque el pensamiento" (y sí, se puede).
El ejemplo más paradigmático son los Tutores socráticos:
En lugar de un chatbot que responde a "¿cuál es el diagnóstico?", imaginemos un tutor socrático que, ante la respuesta del alumno, pregunta: "¿Por qué crees que es ese? ¿Qué evidencia de las guías clínicas apoya tu hipótesis? ¿Qué otras alternativas has descartado y por qué?". Este tipo de IA no entrega la solución, sino que guía el proceso de razonamiento del estudiante, obligándole a articular, defender y refinar su pensamiento crítico.
Además, debemos promocionar el uso de la IAGen restringida con RAGs (Retrieval-Augmented Generation) para el estudio de nuestros estudiantes. Uno de los mayores peligros de la IAGen es su falta de fiabilidad y sus "alucinaciones". La tecnología RAG es la solución a este problema. Consiste en darle a la IA un "cerebro" limitado y controlado por nosotros: la bibliografía de nuestra asignatura, las últimas guías clínicas, los manuales de referencia. Así, la IAGen solo puede generar respuestas basadas en esa fuente de verdad que nosotros hemos validado. Se convierte en un compañero de estudio infalible y seguro, un aliado que ayuda al alumno a explorar el contenido del curso de forma interactiva, pero sin inventar información.
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Ejemplos de buen y mal uso de la IAGen.
Mal ejemplo: Pedir a los alumnos que "usen ChatGPT para hacer un resumen sobre la fisiopatología de la diabetes".
Resultado probable: Copiar y pegar. Aprendizaje pasivo. Cero desarrollo de pensamiento crítico.
Buen ejemplo: Diseñar una actividad donde el alumno interactúe con un tutor socrático basado en RAG (alimentado con las guías de la ADA y la EASD) para resolver un caso clínico complejo.
Resultado probable: El alumno se ve forzado a aplicar conocimiento, buscar evidencia en las fuentes correctas, argumentar sus decisiones y, en definitiva, pensar críticamente.
Nuestro rol como expertos en la materia es insustituible. Sois nosotros quienes debemos diseñar estas interacciones, seleccionar las fuentes para los RAGs y definir los objetivos de los tutores socráticos.
La IA es la herramienta, pero nostros somos los arquitectos de la experiencia de aprendizaje (debemos buscarnos quién nos ayude). Asumamos ese rol con valentía, curiosidad y un propósito pedagógico inquebrantable.
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Recurramos a la valentía pedagógica: Hacia dónde vamos y por qué
Y por último una llamada al optimismo escéptico. Debemos ser valientes y atrevernos a experimentar. Pero esta valentía no debe ser ciega. Cada uso de la IAGen en nuestra docencia debe responder a dos preguntas: ¿Cuál es mi objetivo pedagógico? y ¿Es esta la mejor herramienta para conseguirlo? La adopción apresurada de la IAGen sin una consideración profunda de su eficacia y solidez pedagógica es un peligro que debemos evitar.
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Una adenda loca.
¿Y si encima nos lanzamos a probar en formatos que permita luego publicar nuestros resultados y generar evidencia?N

